En periodo de elecciones resurge el tema de la apuesta por la I+D+i. Los científicos salen a reclamar la insensatez que supone no apostar decididamente por este aspecto. En el discurso, arbitrariamente se habla de ciencia, investigación, I+D mezclando estos términos, por ello, es necesario explicar el significado de estas tres letras. I+D+i que representan conceptos vinculados pero distintos. Sin que exista una definición absoluta el significado es:

  • I es la investigación que supone la generación de conocimiento o la creación de nuevas ideas o teorías. Es posible que la investigación se realice con el objetivo de aumentar el conocimiento existente –investigación básica- o teniendo en cuenta futuras aplicaciones –investigación aplicada-.
  • D es el desarrollo que consiste en el uso de técnicas científicas, tecnológicas o incluso de otra índole –como puede ser la teoría económica- para una aplicación concreta.
  • i es la innovación y significa un cambio tecnológico en los procedimientos, en la forma de hacer las cosas.

El ejemplo del ADN:

Watson y Crick en su trabajo sobre la estructura del ADN hicieron investigación. En aquel momento buscaban el conocimiento simplemente. Esta investigación abrió la puerta a muchas otras como el estudio de las enfermedades genéticas como el cáncer. De ahí surgieron investigaciones más aplicadas como por ejemplo el estudio de estrategias para eliminar células tumorales destruyendo el ADN –fármacos, técnicas radiológicas etc.-.

El paso siguiente, en base a este conocimiento, fue el diseño de las terapias que llevan a la apoptosis –muerte celular- de las células cancerígenas. Esta cuestión ya supone un desarrollo puesto que se utilizan conocimientos ya existentes con un objetivo concreto.

La innovación, en este ejemplo, se produce cuando la medicina comienza a aplicar estas técnicas.

 

Existen gran cantidad de ejemplos de investigaciones que acabaron teniendo un verdadero impacto en la sociedad, algunas de ellas se han bifurcado en innumerables aplicaciones he aquí más ejemplos:

  • Del estudio de las biomoléculas al desarrollo de la síntesis química que lleva a la farmacología actual donde pueden obtenerse sustancias que mejoran la vida de las personas como los antibióticos, la insulina de los diabéticos o los medicamentos para las alegrías entre otros.
  • Del abstracto concepto del movimiento de los electrones a la electricidad y el motor eléctrico que permiten el funcionamiento de prácticamente todos los equipos que hoy en día existen.
  • De la estructura del átomo a la energía nuclear y a las terapias con neutrones.
  • De la aerodinámica a los aviones.
  • Del estudio de los semiconductores a los computadores.
  • Del estudio de los hongos al desarrollo de la penicilina y los demás antibióticos.

Muchas de estas tecnologías de hoy surgieron de investigaciones del ayer sobre conceptos que en su día eran totalmente abstractos.

El impacto de la Investigación se ve a medio-largo plazo, mientras que el Desarrollo busca unos resultados a corto-medio plazo -especialmente en la industria-. Sin embargo la investigación y el desarrollo son dos fenómenos que se retroalimentan y que se necesitan mutuamente. Debe generarse una cadena de valor, mientras se investigan unos temas, se deben ir desarrollando otras tecnologías que estén más próximas a su aplicación. Esto es lo que hace un sistema de I+D+i y estas dinámicas en muchos países repercuten en el empleo, frenan la pobreza y la desigualdad porque además del impacto social que tiene, por ejemplo desarrollar un medicamento para los pacientes, la I+D+i en su conjunto tiene un gran impacto económico. Las empresas de alto componente tecnológico triunfan en el mercado. Estas compañías crean empleo cualificado y aportan tecnología, medicamentos, alimentos, sostenibilidad contribuyendo a crear un mundo mejor… En el otro lado de la balanza están las empresas que basan su negocio en la especulación y que únicamente crean desigualdad –negocio inmobiliario, concesionarias de autopistas, aparcamientos etc.-. Estas últimas parasitan al ciudadano sin ofrecer nada a la sociedad.

Los gobiernos deberían apostar indudablemente por la ciencia y la tecnología, esto es algo que los profesionales de la ciencia llevamos reclamando muchos años. Sin embargo, el mensaje no parece haber calado. La ciencia está muy poco presente en los debates electorales y en los programas de gobierno aparece muy modestamente.

Quizá los científicos deberíamos mirar más allá de nuestro ombligo y darnos cuenta de que si los políticos no se interesan por la ciencia es porque la sociedad tampoco lo hace. La ciencia no da votos y en ese sentido hasta la fecha hemos fracasado, no hemos conseguido mostrar que tenemos una de las más potentes herramientas para mejorar la vida de la gente. Debemos seguir trabajando, no solo en convencer a los políticos, sino también a la sociedad del impacto de la ciencia y la tecnología. Los informes sobre percepción de la ciencia arrojan datos esperanzadores –https://icono.fecyt.es/informes-y-publicaciones/percepcion-social-de-la-ciencia-y-la-tecnologia-en-espana-.